POR JEMIMA PUGA ING. AGR. / ISABEL DEL REAL, ING. AGR. MGTR. EN CIENCIAS
Hoy en día la agricultura presenta múltiples desafíos, dentro de los cuales se encuentra alimentar y asegurar el abastecimiento de frutas y hortalizas a la creciente población mundial. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), prevé que para el año 2050 la población mundial será de 9.700 millones de habitantes, por lo cual se necesitan nuevas tecnologías o formas de producir de manera sostenible para cumplir con este propósito.
Dentro de las problemáticas que afectan a la agricultura se encuentra la erosión de suelos, que es producida por el impacto del viento, el agua o causas antropogénicas sobre la superficie provocando su degradación; el calentamiento global, que es propiciado en parte por el hombre, originando cambios climáticos extremos; la sequía causada por el déficit hídrico, el cual impide el suministro de agua para la producción; y la acción ejercida por enfermedades y plagas que amenazan la seguridad alimentaria global.
Plaga es un organismo vivo que prolifera y provoca deterioro a una población de interés (FAO; RAE). Estos organismos traen consigo múltiples afecciones y efectos nocivos para los cultivos provocando pérdidas significativas, tanto físicas como económicas, afectando al sector productivo hortofrutícola nacional. En Chile existe una gran cantidad de especies consideradas plagas, cuyo control implica altos costos en manejo fitosanitario.
Dentro de los grupos de insectos considerados plaga se encuentra la familia Pseudococcidae (conocidos como chanchitos blancos), que comprende a lo menos dos mil especies a nivel mundial y que en Chile, varias de las que están presentes, han provocado daños económicos significativos en cultivos de vides, manzanos, paltos, cítricos y arándanos, entre otras especies vegetales.
Por su parte, el concepto Manejo Integrado de Plagas (MIP) nace de la intención de sustituir el excesivo daño provocado por productos químicos utilizados para el control de plagas y enfermedades, por técnicas menos nocivas para el medio ambiente. Este se basa en la aplicación de varias acciones de control, incluida la aplicación de insecticidas, combinadas, para evitar el daño económico causado por plagas. Dentro de sus variados métodos está el control biológico, el cual se basa en la utilización de organismos vivos (enemigos naturales), estimulados por el hombre para reducir la densidad de poblaciones plaga. Poniendo por caso, se puede mencionar un enemigo natural perteneciente al orden Neuroptera y a la familia Hemerobiidae llamado Sympherobius marmoratipennis (Blanchard), el cual es considerado un depredador de especies de chanchitos blancos, ya sea en su estado de desarrollo larva o adulto.
En términos generales, dentro del estudio biológico de enemigos naturales y, por tanto, de depredadores utilizados para el control biológico de plagas, la respuesta funcional estudiada a nivel de laboratorio, muestra cómo el comportamiento de un enemigo natural está influenciado por la población de su presa (especialmente por la densidad de presas), cuyas características determinarían, en parte y de manera preliminar, el desempeño de un enemigo natural en campo, en relación a como este responderá, tanto en consumo de presas como en reproducción, frente al alimento disponible.
S. marmoratipennis es una especie de insecto nativa de Chile cuya biología es desconocida y no existen datos acerca de su desempeño como enemigo natural de plagas, ni de los factores que pueden influir en su capacidad o nivel de consumo.
Con el propósito de aportar al conocimiento de la capacidad de consumo de presas de esta especie y de conocer antecedentes relacionados con su respuesta funcional, se realizó un experimento en condiciones de laboratorio, utilizando como presas chanchitos blancos del género Phenacoccus de segundo estadio ninfal.
El ensayo consideró cinco tratamientos con diferentes densidades crecientes de presas, de 10, 15, 20, 25 y 30 chanchitos blancos por unidad experimental y siete repeticiones por tratamiento. Las presas fueron expuestas durante 24 horas al depredador en estado de desarrollo adulto (una unidad), y trascurrido este periodo de tiempo se registró el número de chanchitos blancos consumidos, datos que se utilizaron para realizar un análisis de varianza de una vía y aplicar el test de Tukey.
Cada unidad experimental consistió en un recipiente plástico de 250 cc de capacidad con una base en el interior de papel absorbente, una papa etiolada pequeña, un individuo de S. marmoratipennis y chanchitos blancos. Todo tapado con papel absorbente en la parte superior del recipiente.
Dado que el resultado del análisis de varianza arrojó una probabilidad menor al nivel de significancia (0,05), p=0,0000, se asume que existen diferencias estadísticamente significativas entre tratamientos, es decir, que el consumo de chanchitos blancos por adultos de S. marmoratipennis varía de acuerdo con la densidad de presas ofrecidas, como aparece en la parte superior de la Figura 1. Además, conforme aumentó la densidad de presas el consumo de S. marmoratipennis también aumentó, resultando un máximo de 22 y un mínimo de 8 presas depredadas en un periodo de 24 horas (Tabla 1).
Por ejemplo, cuando se le ofrecen 10 presas consumió 9 presas como promedio, cuando se le ofrecieron 15 consumió 11 de ellas, mismo comportamiento que cuando se le ofrecieron 20; en cambio, cuando se le ofrecieron 25 y 30 el consumo no superó las 20 presas (como promedio), lo que lo diferencia de otro depredador neuróptero que comúnmente se utiliza para el control de chanchitos blancos en Chile, Chrysoperla carnea, que según la literatura consume hasta 14 presas durante el mismo período de tiempo (24 horas).
Por otra parte, el resultado de la comparación entre tratamientos (prueba de Tukey), se observa en la Tabla 2, donde se observa que no existen diferencias significativas entre los tratamientos T15 y T20, ni entre T25 y T30. Por su parte, T10 difiere de todos los tratamientos; T15 además con los tratamientos T25 y T30; y T20 con T25 y T30.
Los resultados expuestos dan indicios de que el tipo de respuesta funcional que se observaría en un análisis de regresión de esta especie sería del tipo II o III, sin embargo, no hay estudios sobre conductas asociadas, ni del depredador ni de la presa utilizada. Existen muchas conductas que se pueden medir en estos estudios para obtener el tipo de respuesta funcional que se da, y de esta manera predecir el desempeño del depredador en campo obteniendo resultados más acabados sobre la asociación biológica que se sostiene (depredadorpresa).
Cabe destacar que hay factores que influyen directa o indirectamente con la habilidad de depredación de cada especie, como su genética, estímulos externos, estado fisiológico o la voracidad de la especie al estar expuesta al ayuno. Es posible que en el caso de S. marmoratipennis al no pasar por ayuno estuvo un amplio rango de tiempo saciado, motivo por el cual su depredación o tasa de consumo no fue completa en la mayoría de los tratamientos.
Por otra parte, así como influye el tamaño de la presa en el consumo del depredador, el tamaño de este último también es un factor importante, tanto del estado de desarrollo como del estadio larvario.
La movilidad es otro factor importante para ciertos depredadores e incluso la habilidad de depredación media de S. marmoratipennis también pudo ser influenciada porque dentro de las 24 horas podría haber estado en otro tipo de actividades, como por ejemplo estar inactivo, en búsqueda de la presa, alimentándose u ovipositando, datos que podrían medirse en el desarrollo de ensayos futuros.
Dicho todo lo anterior, este estudio permitió conocer nuevos antecedentes de la especie depredadora nativa de Chile y abrió nuevas preguntas sobre el comportamiento alimentario y la biología de S. marmoratipennis para próximos estudios.